Mago, músico, bailarín, acróbata, clown, y muchas cosas más, los espectáculos James Thiérrée (Lausana en 1974) impregnan de poesía los objetos cotidianos, creando escenarios oníricos donde todo es posible. Es como si las nueve musas, sorprendidas por el vendaval, acudieran a buscar refugio a los escenario de las obras de Thiérrée.
Au Revoir Parapluie (Adióa paraguas)
La más bella poesía en escena.
El primer espectáculo que vi de James Thiérrée y La Compagnie du Hanneton, La veillée des abysses me pilló totalmente desprevenido. Un fin de año en París con frío, poca luz y el alma herida, había comprado las entradas porque parecía interesante -y vaya si lo fue. El segundo, en realidad su primero, La Simphonie du Hanneton, me subyugó tanto que no dudé un instante en comprar unas entradas para volver a París el pasado mayo al estreno de su última creación: Au revoir parapluie. El universo de este artista y el de su compañía es el universo de los sueños y en él, la visión del circo se expresa en toda la dimensión de espectáculo total. La danza, el teatro, la habilidad, el riesgo, la música, los elementos, todo, absolutamente todo, está al servicio de crear emoción profunda en el espectador, lágrimas arrancadas por la belleza subyugante de cada fragmento de la escena. Cinco artistas en el escenario, varios y talentosísimos colaboradores e intensas horas de trabajo (y sin duda dolor, ese dolor que se esconde detrás de todo lo bello) dan vida a un espectáculo indescriptible, del que sólo se podría hablar adecuadamente siendo poeta; pues poesía pura y viva es en lo que estos magos, acróbatas, contorsionistas, equilibristas y trapecistas transforman sus habilidades. En el calidoscopio que es Au revoir parapluie puedes ver un número inexacto de piernas, cabezas y brazos cayendo en medio de un enjambre de gruesas cuerdas que ocupan en gran centro del escenario y que hace poco bailaron como una enorme falda; puedes admirarte de la fantasía trastocada de un mago que se empeña en ser mimo; a los cinco actores, devenidos en quinteto musical, contrabajo incluido; las fantásticas evoluciones de un hombre encaramado a una mecedora devenida rueda alemana y sorprendentes transformaciones de humanos en animales mitológicos y viceversa. Pero lo que embarga al espectador es la enorme dulzura de sus creaciones, su impacto directo en la emoción, el permanente entrar y salir en el sueño, el humor y la realidad. James Thiérrée y la Compagnie du Hanneton son sin duda los principales creadores del teatro-circo de este momento a caballo entre dos eras y no dejo de rogar que nuestros directores de cultura se hagan cargo de ello y hagan por que visite Madrid todas las veces que sea posible y cuento antes. Mientras tanto, no importa, porque ahora sé que si me muero iré a un cielo que será un espectáculo de James Thiérrée.
Es clown, músico, actor, dramaturgo, bailarín, pero sobre todo es de esos creadores que lo que les sobra es imaginación, el suizo, naturalizado francés, adicto a vivir entre telones, iluminación artificial y escenografías multicolores, nieto de Chaplin y bisnieto de Eugene O´Neill.
Autor Hernán Gené
La Veillée des Abysses (La víspera de los abismos)
La víspera de los abismos despega en medio de una tormenta fantástica. James Thiérrée, director, escritor y actor principal, aparece montado sobre dos escaleras de jardinería, luchando contra poderosas máquinas de viento. Con la destreza que sólo tiene un niño que creció en el circo, Thiérrée juega con los objetos cotidianos para crear un espacio en que se mueve con la elegancia y carisma de su abuelo, Charles Chaplin, estrella del cine mudo.
En el teatro de la Academia de Música de Brooklyn, La víspera de los abismos fue recibida con ovaciones en tres funciones en que se agotaron los boletos. En México se podrá participar de este circo del 23 de noviembre al 4 de diciembre en el teatro Pedregal. Creada en 2003, es la segunda obra de su companía de teatro, La Compagnie du Hanneton, que estuvo de gira con The junebug symphony de 1998 a 2002.
Con una contorsionista, un bailarín, una vocalista y un capoerista, Thiérrée monta un circo para adultos. El escenario es un barco desecho, donde convive con esos seres extraordinarios, flotando entre muebles viejos y basura mágica. Con piruetas, besos y tropiezos, los actores satisfacen ese deseo de hacer cosas que no podemos realizar, las tentaciones de la vida diaria. Escalan el portón de hierro que todos quisiéramos brincar. Se clavan como delfines a un sillón, que come a la gente. Una mujer se dobla y se mete en una maleta. Un pianista toca balanceándose en una mecedora, sólo alcanzando la mitad de las notas del teclado. Toda esa realidad paralela fluye sin sentido ni contradicción, envolviendo a todos en un sueño.
En las rutinas surreales de vodevil, que componen La víspera de los abismos, Thiérrée imita gestos modernos con la ternura del humor físico que inventó su abuelo. Es el héroe romántico al que dan una bofetada por dar un beso. Tiene piernas de sapo y brazos de hule, ojos expresivos y una cara angular que no deja olvidar su linaje.
Thiérrée ha estado en el escenario desde que tenía cuatro años y sustituía al conejo en los shows de magia de sus padres, Jean Baptiste Thiérrée y Victoria Chaplin, pioneros de Le Nouveau Cirque. De 1978 a 1994 estuvo de gira con la producción de la familia Le Cirque Invisible. A los 15 trabajó con el director Peter Greenaway, interpretando el papel de Ariel en la película El libro de Próspero (1989).
ELIZABETH COLL
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