La exposición Francisco Santa Cruz (1899-1957). La vanguardia oculta refleja ya desde su título el aspecto desconocido del personaje, del artista y de su obra, que por primera vez se puede contemplar de forma extensa en Madrid, ciudad, junto con su Sigüenza natal, donde vivió y desarrolló gran parte de su trabajo. También en Madrid conoció a numerosos artistas y escritores que han marcado uno de los momentos más intensos de la cultura artística española contemporánea, en el primer tercio del siglo XX.
Con esta exposición, el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid promueve el acercamiento a la trayectoria y la obra, casi inédita, de Francisco Santa Cruz componente de aquel numeroso grupo de artistas que se movieron en el tiempo de las vanguardias históricas, entre 1907 y 1936.
Residente en Madrid desde 1915, un lustro más tarde, y ya decidido a ser pintor, empezó a relacionarse con los medios de la incipiente vanguardia capitalina. Pronto integró junto con sus colegas Francisco Bores y Carlos Saénz de Tejada y con el poeta Miguel Pérez Ferrero –quien dijo de él que “cultivaba con talento el dibujo y la pintura más en diletante que como profesional”- un interesantísimo cuarteto de inseparables, que tenía como epicentro el café Saboya.
En 1923 expone en el noveno Salón de los Humoristas organizados por el crítico José Francés. En 1925, participa en la importantísima exposición de la Sociedad de Artistas Ibéricos, cuyo manifiesto firma junto con Manuel Abril, García Maroto o Joaquín Sunyer, entre otros. Allí expuso sus obras compartiendo sala con Salvador Dalí, Francisco Bores y Carlos Sáenz de Tejada. En la víspera de la proclamación de la Segunda República, inaugura su primera y única exposición individual en el Lyceum Club de Madrid y ese mismo año funda, junto con Emiliano Barral, Rafael Botí, José Renau, Enrique Climent, Moreno Villa, Puyol, Rodríguez Luna, Cristino Mallo y Santiago Pelegrín, la Agrupación Gremial de Artistas Plásticos (AGAP), promotores del Manifiesto dirigido a la opinión pública y a los poderes oficiales. En 1932 es seleccionado para participar en las exposiciones de la SAI en Copenhague (1931) y en Berlín (1933). Como tantos artistas, escritores, poetas e intelectuales del momento, frecuentó la Residencia de Estudiantes, donde conoció a Buñuel, Alberti, Lorca o Gerardo Diego. Como escenógrafo y cartelista realizó algunas obras para los decorados y el vestuario de La Argentinita. De su etapa de la Guerra Civil se exponen algunos fotograbados realizados a partir de dibujos originales a pluma dentro de esa estética realista y crítica, combativa, del momento.
Su actividad como ilustrador fue amplísima, colaborando en numerosas revistas: Vértices, Cosmópolis, Atlántico, Manantial, Parábola, Plural, Tobogán o La Gaceta Literaria de Jiménez Caballero, o en las páginas literarias del El Heraldo de Madrid o Blanco y Negro, Nuevo Mundo o el Almanaque Literario 1935.
La exposición Francisco Santa Cruz. La vanguardia oculta muestra un conjunto de 125 obras, entre óleos, dibujos, ilustraciones, figurines y fotograbados, organizado cronológicamente, más documentos, fotografías y revistas en vitrina, que retratan un panorama muy completo de su actividad artística, cuya estética evoca varias de las claves vanguardistas de la época: la corriente ultraísta, el neocubismo, el surrealismo y el realismo crítico de los años de la Guerra Civil.
Un extenso catálogo que recoge toda la obra expuesta, con textos del comisario de la exposición, Juan Manuel Bonet, y de Alicia Davara y Lorenzo de Grandes, descubridores de este artista “oculto”, que han fijado su trayectoria artística y una cronología exhaustiva, supone un inmejorable punto de partida para acercarnos a la obra y a la vida de Francisco Santa Cruz, artista ahora felizmente recuperado de nuestras vanguardia históricas en Madrid.
Alicia Davara y Lorenzo de Grandes han sido los redescubridores de este pintor e ilustrador vanguardista casi olvidado. Los periodistas preparaban un libro de encargo sobre los pintores que habían pasado por Sigüenza (Guadalajara) y así supieron de la existencia de Santa Cruz, del que sólo se conservaba un cuadro, 'Cazadores de jirafa'. "Nos pusimos en contacto con el crítico Juan Manuel Bonet, que se entusiasmó ante la idea de rescatar su obra", explica Lorenzo de Grandes.
Durante tres años estuvieron investigando el paradero de su obra, buscando en las hemerotecas referencias de sus exposiciones, hablando con familiares y siguiendo la pista del círculo que frecuentó. Supieron que un familiar que vivió con él conservaba parte de ella y así llegaron a Fuentes Claras, un pequeño pueblo de Teruel donde vivía el sobrino de Santa Cruz. Aquí, en la casa de Ricardo Serrano, encontraron perfectamente conservada gran parte de su obra.
Del 27 de mayo al 4 de octubre de 2009, en el Museo de Arte Contemporáneo, sala de exposiciones temporales Espacio Dos.
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