jueves, 25 de junio de 2009

Las ciudades invisibles de Pedro Cano

Pedro Cano pinta las ciudades invisibles de Italo Calvino


Fedora de Pedro Cano

El proyecto de Las ciudades invisibles comenzó en 1984, cuando Pedro Cano conoció a Italo Calvino en una galería de Roma en la que el pintor exponía su obra. Un año más tarde el escritor murió y Cano coincidió poco después con su mujer, que le regaló un ejemplar de la obra que ha sido su fuente de inspiración. Durante trece años el pintor imaginó esas urbes legendarias y comenzó a plasmarlas en una serie del mismo nombre, interpretando el texto y haciendo visibles las ciudades literarias de Calvino.

“En el centro de Fedora, metrópoli de piedra gris, hay un palacio de metal con una esfera de vidrio en cada aposento. Mirando dentro de cada esfera se ve una ciudad azul que es el modelo de otra Fedora”, Pedro Cano ilustra este fragmento de las Ciudades Invisibles de Italo Calvino con una esfera de vidrio azulado, que como una enorme burbuja rodea la ciudad; a la urbe de Fedora la acompañan otras 54 metropolis legendarias: Sofronia la transhumante, Isaura la de los mil pozos, Octavia la ciudad telaraña, Diomira la de sesenta cúpulas de plata o Tamara, todas estampas de lugares imaginarios con nombres de mujer, que van saliendo a la luz y tomando forma en las acuarelas que Cano pinta a partir de la descripción que Marco Polo hace a Kublai Kan, emperador de los tártaros, sobre algunas ciudades que ha visitado.


Sofronia

El pintor recrea las ciudades de la memoria, del deseo, de los signos, las ciudades sutiles o dobles, a veces con imágenes próximas al texto de Calvino y otras con símbolos más personales, como en el caso de Despina, la ciudad a la que se puede llegar de dos maneras: en barco o en camello, y que es diferente para el que va por tierra o el que va por mar; representada por dos vasos, uno de arena y el otro de agua, o Sofronia, cuya mitad trashumante se desmonta cuando se ha acabado su tiempo de estancia en un lugar, representada por una maleta llena de cúpulas y minaretes.
Todas estas ciudades inventadas que no figuran en los mapas, son construcciones mentales de urbes arquetípicas, materializadas en los cuadros de Cano y que, como dijera Calvino, sirven de punto de partida para la reflexión, evocando a través de metáforas visuales el hábitat y los destinos del hombre; una multitud de hilos entrecruzados simbolizando las relaciones, imágenes de postales antiguas: los recuerdos, edificios reflejados en el agua: el espejismo, envoltorios y objetos rotos: los residuos o un libro, escudos y emblemas: los signos del lenguaje. A la derecha de cada imagen aparecen dos letras que corresponden a la inicial del nombre de la ciudad-mujer; en la mayoría de los casos, pertenecen a alfabetos antiguos y testimonian como dos signos con grafías distintas son en esencia lo mismo, pues tienen un mismo sonido.

Despina

Una entrada del blog alestedemadrid sobre Las ciudades invisibles de Italo Calvino, me recordó esta exposición de Pedro Cano que vi hace unos cuatro años en el Centro Cultural la Misericordia para la que escribí ese texto y me han entrado ganas de volver a recorrerlas.

1 comentario:

Emilio Gallo dijo...

Oi helena, jo soy de Brazil e me gusto mucho su blog.
l;e invito a mirrar lo mio,
companiacinematographica.blogspot

abrazos

www.emiliogallo.com.br