miércoles, 28 de octubre de 2009

YenTing Chung y Michelle Yu

Lo que no contamos cuando hablamos de nosotros mismos

What We Don't Talk Of When We Talk About Ourselves, exposición en ABA art


El barón de los árboles de Yen Ting Chung




Michelle Yu La muerte psíquica de Francis


YENTING CHUNG (Taipei, 1982) y MICHELLE YU (Geneva, New York, 1986). Las obras de Yenting y Michelle indagan en las metamorfosis, en las fronteras entre la humanidad y la animalidad, introduciéndonos en un mundo surrealista poblado por animales-quiméricos. Las pinturas caligráficas de Chung son suaves y poéticas, personajes perdidos en la poderosa naturaleza que evocan aislamiento, soledad, temor. Mientras que las obras de Yu son más dramáticas e intensas abordando otro ángulo de la compleja psicología humana, sus heroínas a pesar de ser físicamente vulnerables, combaten contra sus enemigos cotidianos.


Yenting Chung: Encanto

Para Yenting Chung “crear arte es un medio de asegurarme de que existo, cuando me siento aislada y sola”. Su formación nace muy pronto gracias al entorno que la rodea: “de niña dibujaba cómics y jugaba con barro. La fábrica de esculturas de mis padres era mi parque infantil. En la escuela primaria en Taipei, todos los alumnos deben aprender caligrafía y eso influyó en mi estilo de dibujo. En la universidad, empecé a usar tinta como principal medio para crear obras. Mi estilo combina las pinturas de pincel chinas y la caligrafía. Mis inspiraciones vienen de las experiencias del día a día. Me interesan las personas y sus relaciones, el metro, la ciudad y los perros paseando por las calles. Mis obras de arte son una metáfora de la vida. Siempre recurro a mis experiencias de infancia. Con el tiempo, me di cuenta de que hacer arte es la mejor manera de expresar mis sentimientos”.


Michelle Yu: Lo encontró comiendo

Los comienzos creativos de Michelle Yu se remontan a la infancia. De niña, su refugio fue el dibujo, era su manera de contar historias y de plasmarlas en una especie de realidad sólida. Realizaba dibujos narrativos, sobre todo de largas epopeyas fantásticas de princesas valientes que combatían el mal. En palabras de la artista: “Entiendo el proceso de hacer arte como una forma de transformación energética, implementado por la voluntad y mediado por el corazón y la mente, pero también como algo natural y compulsivo como respirar.”

La exposición de Yenting Chung y Michelle Yu puede visitarse hasta el 17 de noviembre en ABA Art, Plaça Porta de Santa Catalina, 21 (Palma de Mallorca)

Michelle Yu: Levantada de un salto




Yen Ting Chung: Cielo

martes, 27 de octubre de 2009

Carmen Cañadas

A través del crisol

"A traves del Crisol" o tú y el personaje que representas en el mundo; éste un gran teatro.

Exposición de Carmen Cañadas en el espacio Sampol Sampol (Blanquerna, 18, Palma)


La última cena





Menina en miriñaque






Carmen Cañadas (Almuñecar, Granada, 1959). Catálogo de la exposición

martes, 20 de octubre de 2009

María Blanchard

María Blanchard (Santander,1881 - París, 1932)


Mujer con abanico

En 1908 se traslada a París donde conocerá a varios pintores españoles como Juan Gris, Pablo Picasso o Anglada Camarasa, que se convertirán en grandes amigos suyos. Se relaciona también con literatos como Gerardo Diego y García Lorca.
Tras unos años en Francia regresa a España y consigue una cátedra de dibujo en Salamanca, pero no duró demasiado. Abandona su trabajo y vuelve a París, donde poco a poco va encontrando su espacio como artista. Sus obras comienzan a venderse, realiza exposiciones y va subiendo su caché artístico.




Elegía a María Blanchard de Federico García Lorca

Yo no vengo aquí, ni como crítico ni como conocedor de la obra de María Blanchard, sino como amigo de una sombra. Amigo de una dulce sombra que no he visto nunca pero que me ha hablado a través de unas bocas y de unos paisajes por donde nunca fue nube, paso furtivo o animalito asustado en un rincón. Nadie de los que me conocen pueden sospechar esta amistad mía con María Gutiérrez Cueto, porque jamás hablé de ella, y aunque iba conociendo su vida a través de relatos originales, siempre volvía los ojos al otro lado, como distraído, y cantaba un poco porque no está bien que la gente sepa que un poeta es un hombre que está siempre ¡por todas las cosas! a punto de llorar.
¿Usted conocía a María Blanchard? Cuénteme...
Uno de los primeros cuadros que yo vi en la puerta de mi adolescencia, cuando sostenía ese dramático diálogo del bozo naciente con el espejo familiar, fue un cuadro de María. Cuatro bañistas y un fauno. La energía del color puesto con la espátula, la trabazón de las materias y el desenfado de la composición me hicieron pensar en una María alta, vestida de rojo, opulenta y tiernamente cursi como una amazona.
Los muchachos llevan un carnet blanco, que no abren más que a la luz de la luna, donde apuntan los nombres de las mujeres que no conocen para llevarlas a una alcoba de musgos y caracoles iluminados, siempre en lo alto de las torres. Esto lo cuenta Wedekind muy bien y toda la gran poesía lunar de Juan Ramón está llena de estas mujeres que se asoman como locas a los balcones y dan a los muchachos que se acercan a ellas una bebida amarguísima de tuétano de cicuta.
Cuando yo saqué mi cuartilla para apuntar el nombre de María y el nombre de su caballo me dijeron: Es jorobada.
Quien ha vivido como yo y en aquella época en una ciudad tan bárbara bajo el punto de vista social como Granada, cree que las mujeres o son imposibles o son tontas. Un miedo frenético a lo sexual y un terror al "que dirán" convertían a las muchachas en autómatas paseantes, bajo las miradas de esas mamás fondonas que llevaban zapatos de hombre y unos pelitos en el lado de la barba.
Yo había pensado con la tierna imaginación adolescente que quizá María, como era artista, no se reiría de mí por tocar al piano 'latazos clásicos', o por intentar poemas, no se reiría, nada más, con esa risa repugnante que muchachas y muchachos y mamás y papás sucios tenían para la pureza y el asombro poético, hasta hace unos años, en la triste España del 98.
Pero María se cayó por la escalera y quedó con la espalda combada expuesta al chiste, expuesta al muñeco de papel colgado de un hilo, expuesta a los billetes de lotería.
¿Quién la empujó? Desde luego la empujaron; 'alguien', Dios, el demonio, alguien ansioso de contemplar a través de pobres vidrios de carne la perfección de un alma hermosa.
María Blanchard viene de una familia fantástica. El padre, un caballero montañés, la madre una señora refinada; de tanta fantasía que casi era prestidigitadora. Cuando anciana iban unos niños amigos míos a hacerle compañía y ella, tendida en su lecho, sacaba uvas, peras y gorriones de debajo de la almohada. No encontraba nunca las llaves y todos los días tenía que buscarlas y las hallaba en los sitos más raros, por debajo de las camas o dentro de la boca del perro. El padre montaba a caballo y casi siempre volvía sin él, porque el caballo se había dormido y le daba lástima el despertarlo.
Organizaba grandes cacerías sin escopetas y se le borraba con frecuencia el nombre de su mujer. En esta distracción y este dejar correr el agua, María Gutiérrez se iba volviendo cada vez más pequeña, una mano le tiraba de los pies y le iba hundiendo la cabeza en su cuerpo como un tubo de 'Don Nicanor que toca el tambor'.
En este tiempo que corresponde a la apoteosis final de Rubén, vi yo el único retrato de María que he visto, y era una criatura triste, no sé de quién, en la que está al lado de Diego Rivera el pintor mexicano, verdadera antítesis de María, artista sensual que ahora, mientras que ella sube al cielo, él pinta de oro y besa el ombligo terrible de Plutarco Elías Calles.
En la época en que María vive en Madrid y cobija en su casa a todo el mundo, a un ruso, y a un chino, a quien llame a la puerta, presa ya de este delicado delirio místico que ha coronado con camelias frías de Zurbarán su tránsito en París.
La lucha de María Blanchard fue dura, áspera, pinchosa, como rama de encina, y sin embargo no fue nunca una resentida, sino todo lo contrario, dulce, piadosa, y virgen.
Aguantaba la lluvia de risa que causaba, sin querer, su cuerpo de bufón de ópera, y la risa que causaban sus primeras exposiciones, con la misma serenidad que aquel otro gran pintor, Barradas, muerto y ángel, a quien la gente rompía sus cuadros y él contestaba con un silencio recóndito de trébol o de criatura perseguida.
Aguantaba a sus amigos con capacidad de enfermera, al ruso que hablaba de coches de oro, o contaba esmeraldas sobre la nieve, o al gigantón Diego Rivera que creía que las personas y las cosas eran arañas que venían a comerlo, y arrojaba sus botas contra las bombillas y quebraba todos los días el espejo del lavabo.
Aguantaba a los demás y permanecía sola, sin comunicación humana, tan sola, que tuvo que buscar su patria invisible, donde corrieran sus heridas mezcladas con todo el mundo estilizado del dolor.
Y a medida que avanzaba el tiempo, su alma se iba purificando y sus actos adquiriendo mayor trascendencia y responsabilidad. Su pintura llevaba el mismo camino magistral, desde el cuadro famoso de La primera comunión hasta sus últimos niños y maternidades, pero atormentada por una moral superior daba sus cuadros por la mitad del precio que le ofrecían, y luego ella misma componía sus zapatos con una bella humildad.
La vida y pasión de Cristo fue tomando luz en su vida y, como el gran Falla, buscó en ella norma, dogma y consuelo. No con beatería, sino con obras, con grave dolor, con claridad, con inteligencia. Lo más español de María Blanchard es esta busca y captura de Cristo, Dios y varón realísimo; no al modo de la fantástica Catalina de Siena que se llega a casar con el niño Jesús y en vez de anillos se cambian corazones, sino de un modo seco, tierra pura y cal viva, sin el menor asomo de ángeles o milagro.
Su cintura monstruosa no ha recibido más caricia que la de ese brazo muerto y chorreando sangre fresca, recién desclavado de la cruz.
'Ese mismo brazo fue el que, lleno de amor, la empujó por la escalera para tenerla de novia y deleite suyo, y esa misma mano la ha socorrido en el terrible parto, en que la gran paloma de su alma apenas si podía salir por su boca sumida. No cuento esto para que meditéis su verdad o su mentira, pero los mitos crean al mundo, y el mar estaría sordo sin Neptuno y las olas deben la mitad de su gracia a la invención humana de la Venus.
Querida María Blanchard: dos puntos... dos puntos, un mundo, la almohada oscurísima donde descansa tu cabeza...
La lucha del ángel y el demonio estaba expresada de manera matemática en tu cuerpo.
Si los niños te vieran de espaldas exclamarían: "¡La bruja, ahí va la bruja!". Si un muchacho ve tu cabeza asomada sola en una de esas diminutas ventanas de Castilla exclamaría: "¡El hada, mirad el hada!". Bruja y hada, fuiste ejemplo respetable del llanto y claridad espiritual. Todos te elogian ahora, elogian tu obra los críticos y tu vida tus amigos. Yo quiero ser galante contigo en el doble sentido de hombre y de poeta, y quisiera decir en esta pequeña elegía, algo muy antiguo, algo, como la palabra 'serenata', aunque naturalmente sin ironía, ni esa frase que usan los falsos nuevos de 'estar de vuelta'. No. Con toda sinceridad. Te he llamado jorobada constantemente y no he dicho nada de tus hermosos ojos, que se llenaban de lágrimas, con el mismo ritmo que sube el mercurio por el termómetro, ni he hablado de tus manos magistrales.
Pero hablo de tu cabellera y la elogio, y digo aquí que tenías una mata de pelo tan generosa y tan bella que quería cubrir tu cuerpo, como la palmera cubrió al niño que tú amabas en la huida a Egipto. Porque eras jorobada, ¿y qué? Los hombres entienden poco las cosas y yo te digo, María Blanchard, como amigo de tu sombra, que tú tenías la mata de pelo más hermosa que ha habido en España.


Conferencia de Federico García Lorca en el Ateneo de Madrid, en 1932, después de la muerte de María Blanchard.




Catálogo de María Branchard

sábado, 17 de octubre de 2009

EMERGENT-LLEIDA 09

Festival Internacional de Fotografia y Artes Visuales




NICE TO MEET YOU

DÌAS: 22, 23 y 24 de octubre de 2009 en Auditori Enric Granados de Lleida.

Tres días para compartir, debatir, aprender y disfrutar de la fotografía y el arte de primer nivel, acompañados de artistas nacionales y extrangeros, algunos ya consagrados, otros jóvenes talentos... pero todos nos sugerirán e inspirarán a través de su propia obra y de sus conocimientos

Joan Fontcuberta, Gabino Diego, Cinthya Araf, Cécile Decorniquet, Valentín Vallhonrat y muchos otros configuran el programa de conferencias. EMERGENT es un festival lúdico y creativo que trabaja en torno al medio fotográfico y audiovisual, está organizado por la Asociació de Fotògrafs Professionals de les Comarques de Lleida.

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